ER Diario
26/04/2019

El Tao enseña a no romper las bolas

“Seguir el camino del Tao” y “no romper las bolas a la gente”. Son dos reflexiones de distinto tono pero con un mismo objetivo: interpretar el espíritu de la época y proponer acciones o no-acciones para ganar elecciones, único imperativo sincero de un político.

Por Exequiel Flesler

“Seguir el camino del Tao” y “no romper las bolas a la gente”. Son dos reflexiones de distinto tono pero con un mismo objetivo: interpretar el espíritu de la época y proponer acciones o no-acciones para ganar elecciones, único imperativo sincero de un político. Ambas pertenecen a dirigentes peronistas, la primera a Cristián Treppo y la segunda a José Cáceres.

Digresión en pocas líneas: la frase no sorprende en Cáceres, un militante barrial que alcanzó altos lugares de poder sin perder la capacidad de decir cosas complejas en lenguaje llano. No sucede lo mismo con el dirigente de Seguí, se lo conoce por los arrebatos intempestivos y una consideración de si mismo que lo ubica en un altar que no se alcanza ni con mil escalones. Fin de la digresión. Innecesaria, quizás.

El wu wei propone, desde la filosofía taoísta, que la forma más adecuada de enfrentar una circunstancia en no actuar. En el caso que analizamos, el de la metodología que propone el PJ para ganar estas elecciones, el no actuar requiere un esfuerzo que debe combatir contra el instinto peronista. Bombos, la marcha a los gritos, caravanas, actos con ruido.

Aunque, enseñan los maestros, el no actuar del wu wei no significa, de ningún modo, no hacer nada. Significa, entonces, que las cosas se den de forma natural. Sin artificios que alteren el normal desenvolvimiento de los actores.

Ahora bien, volviendo a las cosas, podemos ver en Gustavo Bordet a un hombre que no fuerza las circunstancias. Se muestra, aún en la campaña, como lo que es: un gestor. Se lo ve cómodo gobernando, yendo a Casa Rosada a negociar los pesos para pagar las cuentas locales, diciendo donde deben hacerse las obras. En fin, marcando el norte de su Administración. ¿Y en campaña? Igual. Su acto proselitista preferido es mostrar trabajo.

Esto no es ni bueno ni malo en si propio. Lo indiscutible es que rinde en votos, la diferencia en las PASO con su principal competidor, Atilio Benedetti, lo demuestra.

Dejemos de lado la filosofía del Oriente y utilicemos la figura que propuso Cáceres, “no romper las bolas a la gente”, para analizar la campaña, particularmente, en Paraná. El candidato peronista para ocupar el lugar que hoy tiene Sergio Varisco, Adán Bahl, tiene características similares a las de Bordet y su campaña fue diseñada especialmente según esos criterios.

Y ambas campañas cumplen con el requisito que parecen haber leído, seguramente por intuición, los autores de las dos frases del primer párrafo. Frases que pueden reinterpretarse como no molestar al elector. Algunos leen esto como la resultante de la despolitización de la ciudadanía. Es posible, pero no trascendente para el caso. Lo que importa es, como dijimos más arriba, ganar elecciones. Y para ganarlas, cuando quienes lideran están en sintonía con el espíritu de la época y las campañas van reflejan ese sentir la posibilidad del triunfo está más cerca de ser una realidad.

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